En las proximidades de la localidad extremeña de Fuentes de León, asentados en los bosques de las últimas estribaciones de Sierra Morena, muy cerca de los límites con la provincia de Huelva, hace miles de años una comunidad de hombres del Neolítico luchaba por la supervivencia. Sus formas de vida, la desnutrición y la enfermedad apenas les permitía alcanzar los 35 años. Las extremas condiciones climáticas eran tan desfavorables para practicar la caza o la pesca que sólo les quedaba un recurso para subsistir: la antropofagia. Se alimentaban de sus muertos, cuyo despojos eran integrados ritualmente, con sus ajuares funerarios, en las cuevas allí existentes. Para estos humanos estas cavernas que la naturaleza constituyó con extrañas y hermosas creaciones cristalinas eran las puertas de acceso al reino espiritual, un retorno al origen, en una insondable conjunción entre hombre y cueva.
La Cueva de Los Postes, El Caballo, Masero, Lamparilla y la Cueva del Agua son los nombres de las cinco grutas que conforman el Monumento Natural “Cuevas Fuentes de León”, así como las 1.020 hectáreas del entorno que las acoge. En la actualidad, el conjunto se encuentra en fase de acondicionamiento. Se están habilitando los senderos que comunican los accesos a las grutas, adecuando las galerías para facilitar su recorrido,así como el sistema de iluminación interior y otros elementos para que en pocos meses se pueda disfrutar de uno de los complejos geológicos, incluido su componente arqueológico, más importante de Extremadura.
Actualmente recibe la visita diaria de 45 ó 60 personas, con preferencia a grupos escolares, para los que se está habilitando una zona de recreo junto al Centro de Interpretación.
La primera de las grutas que se nos descubre, de las cinco que constituyen este conjunto kárstico, es la Cueva de los Postes, así denominada por las concreciones cristalizadas en forma de columna que franquean el pasadizo principal de la gruta. La temperatura interior, como en el resto de las cuevas, durante todo el año, es de 16 y 18 grados. La boca de entrada antes de su acondicionamiento era un hueco de apenas 60 centímetros de diámetro, por el que había que penetrar arrastrándose. Tal vez por ser la más conocida, también es la que ha sufrido mayor deterioro geológico, sin duda por el desconocimiento de muchos de sus visitantes, aunque sigue conservando su
atractivo geológico con importantes formaciones cristalinas de carbonato cálcico.
La Cueva de los Postes, así como el resto de las grutas, a excepción de la Cueva del Agua, son concavidades pequeñas, con salas de hasta 40 metros cuadrados, de escasa altura, aunque en algunas, las excavaciones llevadas a cabo han permitido rebajar los niveles del suelo, ampliando las dimensiones. Fue en el año 2001 cuando un grupo de geólogos descubre en ella restos óseos junto a diversos restos arqueológicos; hallazgo que originaría el comienzo de las excavaciones por un equipo de expertos, dirigidos por el arqueólogo Hipólito Collado. Los materiales extraídos son estudiados en diversos laboratorios para su posterior traslado al Museo Arqueológico de Badajoz.
En un primer nivel aparecieron restos romanos, como terracotas intactas, monedas y lucernas. Aquellos antiguos colonos utilizaban la cavidad como lugar de culto. Hasta este santuario se desplazaban, para hacer sus ofrendas, desde un poblado que se halla a unos tres o cuatro kilómetros, remontando la ribera de un río próximo, y en el que todavía son visibles las columnas y capiteles de la antigua capiteles de la antigua villa romana.
Vestigios de esta ocupación también aparecen en la Cueva del Caballo y en la Cueva del Agua. Sondeos posteriores en niveles inferiores descubren restos neolíticos, tanto de carácter óseo, como lítico. Era un cementerio secundario. Aquellos hombres dejaban a sus difuntos en el exterior de la cueva, en un pudridero, y luego eran depositados en su interior con su ajuar funerario. Hachas de piedra, cuchillos de sílex, puntas de flecha y otros elementos han aparecido disgregados junto a los fragmentos óseos. Los materiales más modernos hallados de este periodo datan del 3000 ó 3500 a.C., y los más pretéritos se alejan al 9300 a.C. rayando el Paleolítico. Aunque los trabajos de excavación todavía no han concluido y por la evidencia de materiales existentes, es posible que se prorroguen durante años. En la observación del yacimiento es posible descubrir a simple vista restos cerámicos, incluso una vasija invertida soldada con el carbonato cálcico, como base de una estalagmita; fragmentos de una costilla, un fémur o una tibia humana, y el brillo de pequeñas piezas dentales incrustadas en el ocre de los sedimentos. En total ya han sido desenterrados los restos óseos de 86 individuos.
Las aberturas por los que hoy se accede a las cuevas no eran las utilizadas por aquellos hombres. Éstas han sido originadas por movimientos de tierra, erosiones o alteraciones naturales; y tampoco se conoce las dimensiones reales del conjunto cavernario. A medida que se realizan las extracciones de material, así como el desescombro de rocas, van surgiendo nuevas salas y tal vez en algún momento se descubra la entrada que utilizaran aquellos hombres. No faltan vestigios animales. Y todo en un estado de conservación óptimo, gracias a la estanqueidad ambiental de la cueva que se han mantenido inalterable durante milenios. El visitante no puede desligar la observación de las llamativas formaciones geológicas, de la sugerente contemplación de los restos arqueológicos. Lo geológico y lo arqueológico se funden en importancia.
Las investigaciones de los restos humanos hallados nos hablan de una comunidad neolítica cuyas condiciones de vida eran extremas. Los estudios óseos describen a niños muertos prematuramente, y a adultos que no superaban los 35 años, que era la edad estimada de supervivencia. En algunos huesos aparecen trazas de canibalismo, con raspaduras, fracturas y señales de haber sido cocinados. Después de consumir los animales domésticos, las semillas, los restos vegetales y la escasa caza las familias ofrecían a la comunidad sus componentes más débiles, niños y ancianos. El desgaste de los molares hallados en los individuos más viejos, también indica que morían por desnutrición.
Los rastros de flora y fauna están aportando importantes datos a los investigadores: las semillas y pólenes encontrados en la cueva revelan que la vegetación existente en aquel periodo, no tenía nada que ver con el ecosistema actual de este territorio, apareciendo trazas de especies vegetales que son propias de zonas muy frías, como la sierra de Cazorla o los Pirineos. En el caso de los restos humanos más antiguos, datados en unos 9500 a.C. señalan que sus formas de vida eran más propias del Paleolítico, sobreviviendo con la caza y la pesca exclusivamente. De este tiempo se ha hallado un cráneo trepanado. Las deformidades encontradas en la superficie ósea revelaron que aquel individuo usó, o fue obligado a soportar, una especie de correaje fijado a la cabeza, sufriendo la trepanación de su cráneo hasta tres veces en vida, tal vez para curar alguna dolencia, dejando, según sus creencias, que el causante de ese mal saliera por el orificio practicado.
Los materiales hallados son enviados a diferentes universidades españolas para su análisis y catalogación, entre otras, a la universidad de Granada, a la universidad Complutense de Madrid y a la Universidad del País Vasco. Algunos restos óseos también se estudian en laboratorios de Portugal. El cráneo trepanado fue analizado por especialistas australianos.
Subiendo por un pequeño sendero allanado con placas de pizarra, atravesando una antigua era, accedemos a la Cueva del Caballo, así denominada por una formación rocosa que desde la antesala subterránea semeja una cabeza equina. Los dos guías que nos acompañan, que también realizan labores de vigilancia forestal, llevan años buscando esos rasgos de similitud, que alguien vio hace años. Para algunos visitantes la cabeza de caballo parece un león o un oso. Con imaginación, otros ven incluso una mujer tumbada.
En esta cueva se pueden apreciar diversas formaciones geológicas, como agrupaciones estalactíticas, columnas, velos, banderolas o coladas. Además existe un altar o púlpito romano donde se han hallado lucernas y terracotas. Nuestros guías nos indican que todavía existen niveles arqueológicos por excavar, por lo que en ella se auguran nuevos descubrimientos.No muy lejos, encontramos la entrada a la Cueva Masero, también llamada “Bonita”. Fue descubierta en el año 2001, aunque los vecinos de Fuentes de León ya tenían constancia de su existencia y había sido explorada con anterioridad. Es la más profunda del conjunto, con 68 metros de longitud. Los sondeos realizados indican que posiblemente se comunique con la Cueva del Caballo. La Cueva Masero es la única que no posee trazas arqueológicas, pero sobresale de las anteriores por sus formaciones geológicas. Tras sufrir diferentes desprendimientos de roca, originados por movimientos sísmicos y sobre los que se han lignificado nuevas formas cristalinas, quedaron aisladas siete salas. En breve, el trabajo de desescombro y acondicionamiento permitirá la visita de tres de estas galerías, cuyo decorado geológico es diferente entre sí, con importantes concentraciones de espeleotemas, especialmente conjuntos de estalactitas y estalagmitas, velos, banderolas, coladas, excéntricas… En palabras de uno de los guías, “lo que actualmente podemos ver es sólo un aperitivo de lo que hay”.
La Cueva del Agua se encuentra a 800 metros de las grutas ya descritas, atravesando el cauce seco y pedregoso de un arroyo. Esta aridez contrasta con el verdor que rodea la entrada a esta espléndida gruta, abierta en la ladera de un monte donde las encinas y la coscoja rivalizan con una vieja higuera asilvestrada cuyas extendidas ramas llenan de penumbra y sombras el apacible entorno. Su grueso tronco saneado de chupones crece en el muro de un aparente cenador circular, que antiguamente ocupaba una noria con la que los antiguos pobladores extraían el agua de la cueva para regar los campos aledaños. Una tubería todavía arrastra esa agua saturada de carbonato cálcico a un pilón donde abreva el ganado. Unos bancos de madera instalados en el recinto alivian el cansancio del visitante. Desde aquí se puede observar el umbroso entorno, como la vegetación que crece en las grietas de las estructuras rocosas, que son la cobertura de la gruta, o de las laderas socavadas por la erosión. En la lejanía se puede contemplar el Monte del Cuerno y su castillo árabe del mismo nombre, que desde la distancia vigila las 1.000 hectáreas que conforman este espacio protegido, delimitado por los parajes conocidos como “Suerte del Montero”, “Bujo” y “Sierra del Puerto”.La Cueva del Agua, la más grande del conjunto de cuevas, es un espléndido templo kárstico ocupado por un lago de 60 metros de longitud, con una profundidad de 30 metros y una altura de 18 a 20 metros, que converge, a través de un estrecho corredor de 12 metros, en una bóveda mayor, también inundada por agua, pero no abierta al visitante, ya que lo habita una importante colonia de murciélagos declarada de Interés Comunitario. El murciélago de herradura, el ratonero, el de cueva y el común son algunos de los 2.000 animales registrados. La luz de las linternas y la que se filtra desde una abertura superior, desde donde la hojarasca cae empujada por las corrientes de aire, apenas deja contemplar las formaciones geológicas y los reflejos del agua. No se puede interrumpir el apacible sueño de la colonia que durante la estación más fría se traslada a la zona más profunda de la gruta. Esta cueva se visita de abril a noviembre, permaneciendo cerrada el resto del año para favorecer su ciclo reproductivo y la hibernación.
La Cueva del Agua tiene otras cuatro salas secas. A la entrada de la cueva se ha construido una pequeña plataforma o mirador, para apreciar las estructuras geológicas y el lago, cuyas aguas son tan límpidas y quietas que los ojos no pueden distinguir las rocas y formaciones sumergidas de las que penden de los abovedados techos. Esta plataforma realizada con pizarra, además cubre y protege restos arqueológicos de distintos periodos, reservados para futuros estudios.Existe una última gruta con la que se completa el Monumento Natural, denominada la Cueva de la Lamparilla, de momento inaccesible al público por su escabrosidad. En ella se están realizando actualmente diversos estudios.
Tal vez sean reminiscencias de tiempos ancestrales, recuerdos o improntas de vidas anteriores, que se transmiten a través de la memoria de sucesivas generaciones humanas, evocándonos aquellos tiempos pretéritos en que el ser humano todavía era parte integrante del medio natural. Por eso, cuando alguien se adentra en el interior de estas cuevas siente una extraña sugestión, animada por la contemplación de las formas cristalinas que tapizan las bóvedas y paredes subterráneas. Una interesante propuesta que invita a conocer aspectos geológicos, arqueológicos, botánicos y faunísticos que conforman parte de la historia y de la cultura de este territorio extremeño en la Comarca de Tentudía.
Para poder visitar el Monumento Natural “Cuevas de Fuentes de León”, es necesario pedir cita con varios dias de antelación al 924 724 174 (Oficina de Turismo)
La visita dura alrededor de dos horas y media, se recomienda ropa cómoda y calzado cerrado.
Antes de la visita a las Cuevas, pueden visitar el Laboratorio de Investigación en Paleontología y en Evolución del Comportamiento Humano de Extremadura (LIPECHEX) a las 9:45 h. Se encuentra en la misma localidad, calle Calvo Sotelo, junto a la Plaza de España.Teléfono:9247240354. Email: lipechex@gmail.com . Concertar cita previa.
Cerca de las Cuevas, se encuentra el CASTILLO DEL CUERNO:
Se trata de un ejemplo singular en el panorama artístico extremeño ya que su vinculación cultural con la Orden del Temple y datación de la fortificación (fines del S. XIII e inicios del S. XIV) son excepcionales en Extremadura pues todos los ejemplos de fortificación de la orden mencionada fueron muy modificados cuando ésta desapareció.
En 1312 fue donado a la Orden de Santiago, la cual no ocupó el lugar y ha provocado que llegue a nosotros en su trazado original.
Desde este punto, se pueden divisar panorámicas de sorprendente atractivo.
Hoy en día se puede acceder en vehículo.
Laboratorio de Investigación en Paleontología y en Evolución del Comportamiento Humano de Extremadura (LIPECHEX)
Es un centro de estudio e investigación sobre el “Monumento Natural Cuevas de Fuentes de León. Su objetivo principal es analizar e interpretar el material arqueo-paleontológico procedente de las distintas intervenciones arqueológicas realizadas en las cuevas que integran el Monumento. Su finalidad es difundir, sociabilizar y adaptar el discurso científico a todo tipo de público que desee adentrarse en este maravilloso entorno.
En el centro es posible ver la exposición didáctica sobre el proyecto de investigación “ORÍGENES”, con diferentes paneles dirigidos a todo tipo de público. Además, se realiza una visita guiada en la que se dan a conocer las diferentes disciplinas de estudio que intervienen en el proyecto arqueo-paleontológico y los métodos de investigación aplicados para cada una de ellas.
Además de la visita guiada al laboratorio, es posible realizar talleres didácticos de arqueología y paleontología. La asociación CEMAC (Centro de Estudios para el Medioambiente y la Cultura) oferta talleres para niños, una vía para que los más pequeños puedan acercarse a la investigación de forma sencilla, didáctica y divertida, adaptándose el discurso y la explicación a los diferentes rangos de edad.
Los talleres ofertados actualmente son:
Triado de microfauna.
Modelado,reconstrucción y dibujo de cerámica.
Arterupestre.
Talleres para niños a partir de 4 años.
El precio estipulado es de 1€ por niño y por taller.
Grupos de 8-10 por taller.